EN UN MINUTO
Con Porfirio Gutiérrez
Desde aquel año en que mi padre fue requerido a
sentarse a la diestra del Señor, he
manifestado en esta columna mi acendrado respeto, cariño, reconocimiento
y valía al Dr. Porfirio Gutiérrez Avila como padre, ser humano, profesionista, jefe de
familia, amigo y forjador de personas que hoy son pilar fundamental en la sociedad.
Bastantes estudiantes que hoy son doctores lo recordarán recorriendo
a diario todas las camas del Hospital Civil de ciudad Madero con una cauda de
pasantes médicos, enfermeras y
administrativos, auscultando a los pacientes y al propio establecimiento,
impartiendo órdenes para ayudar al bien
sanar de los primeros y rehabilitar las posibles deficiencias del segundo. Hoy
como todos los años, refrendo mi cariño irrestricto a mi papá; siempre he pretendido parecerme un
poco a él, pero ha sido difícil: papá era organizado, muy trabajador, se
levantaba tempranito y se acostaba muy tarde. A mí realmente no me acomoda
mucho la chamba, siempre he dicho que es tan fea que hasta pagan por hacerla. Yo
digo que tengo genes de millonario, solamente me falta el dinero. En fin, seguiré tratando llegarle a los talones. Un
abrazote a mi papá allá en el cielo.
En esta ocasión quiero mandar el mensaje a
un padre relativamente nuevo. Cuando mi
hija tomó la decisión de formar familia hace
casi cinco años, le rogué al
Creador que iluminara el camino que tomó
con Johnny. Sobre todo, que el muchacho resultara trabajador, buen hombre, buen padre, exitoso, cariñoso, dedicado, fiel, deportista y otras linduras (casi no
pedía nada, lo normal de un padre en estos casos). Hoy puedo certificar que el
muchacho está cumpliendo con creces su cometido. Es muy chambeador, lo cual no me sorprende dada
la sangre árabe que corre por sus venas, pero sobre todo, es un padre ejemplar.
Se desvive para dar los satisfactores
que necesita el retoño. Lo lleva a la
escuela, le enseña los video juegos pero también lo acompaña a sus clases de artes
marciales, invariablemente está al pendiente
de su alimentación, su ropa, su salud; recuerdo que hace unos meses, a las 8:30 de la mañana se iba a abrir las dos tiendas de artículos eléctricos que administraba para su primo ; a las 12:00 horas corría al restaurante de su familia y
recibía los insumos del día; a las dos y media comía algo y regresaba a vigilar
las tiendas hasta las ocho de la noche en que hacía el corte de ambos negocios
y salía echo bala a su casa para estar un rato con el retoño, cenar y descansar para el
siguiente día; . Claro que esto
significa solamente un amor incondicional de Johnny a su familia y a su hijo.
Es a sus escasos 26 años un hombre en toda la extensión de la palabra. Hoy
solicito nuevamente la venia del Señor para pedirle que lo mantenga así:
confiable, buen padre, buen marido, cumplidor. Felicidades Juan. Y también a Manny porque junto a Sandy te ha inculcado valores fundamentales y su ejemplo se refleja en tu caminar por la vida. Hago extensivo
mi abrazo fraternal a todos los padres
del universo con una premisa: disfruten su día pero recuerden que nuestro
trabajo de papás es todo el año y toda la vida.